La convulsión política que vive España, se ve agravada por hechos deleznables más propios de elementos golpistas que de demócratas en toda regla. Sin entrar a valorar la veracidad o no de los «sobres, cuentas B, comisiones, sobresueldos…», resulta llamativo que el PSOE, con Rubalcaba a la cabeza, se encuentra como pez en el agua ante esta situación.
Para este guiso sólo han hecho falta los más de 1.200 cargos policiales puestos a dedo en el mandato del jefe de la oposición, un posible despechado del PP, y un vocero como el País. Y ante estos acontecimientos suele venirnos a la memoria lo ocurrido el 11M, donde el «pasaló» corrió como la espuma, lo que desencadenó el descalabro electoral del PP contra todo pronóstico.
Desgraciadamente para nuestra democracia, viene sucediendo con frecuencia que cuando la izquierda no gobierna -entiéndase el PSOE-, la agitación de la calle se convierte en el arma arrojadiza para intentar derrocar un gobierno legítimo, con una amplia mayoría. Y lo peor de todo es que en todos los sitios se cuecen habas. Muy seguro deberá estar Rubalcaba de que en el PSOE la mierda esta a buen recaudo, para salir en los medios defendiendo la pulcritud de su formación, aunque, deben ser cosas de la edad, obvia los casos de corrupción que les han salpicado desde los tiempos de González y Guerra hasta nuestros días. Lo más reciente el caso de la Fundación IDEA o el de los ERES.
Gran bajeza la de unos señores que se autodenominan demócratas, y alientan a las hordas de indocumentados para apedrear las sedes del contrincante político. Y entre ellos una inmensidad de sindicalistas enchufados, que hasta hace poco más de un año, estaban callados a las órdenes del poder establecido.
Por último qué decir del PAÍS , medio propagandístico del PSOE, que un día publica una foto falsa de un supuesto Hugo Chávez moribundo, convirtiéndose en el hazme reír de medio mundo, y otro unas fotocopias de unos supuestos apuntes de la contabilidad B del PP. ¿Pueden tener credibilidad estos señores? Más que credibilidad, estamos ante la tercera intentona golpista de la democracia. Esta vez sin el «todo el mundo al suelo», ni el «pásalo». No lo conseguirán, pero ya han sembrado la duda, ya han esparcido las plumas de la almohada. Y ahora a ver quien las recoge.